ADOLESCENCIA: Más que una simple transición en el desarrollo

La adolescencia es el periodo entre la niñez y la edad adulta que implica importantes cambios físicos, cognoscitivos y psicosociales. La Organización mundial de la salud sitúa la adolescencia en el periodo entre los 10 y 19 años. No podemos considerar esta época como una simple transición, sino que supone una etapa crucial en el desarrollo humano. Al fin y al cabo, la adolescencia implica una definición personal y social del ser humano tras un proceso de individuación.

Los inicios de los cambios puberales vienen dados de manera genética, siendo determinantes los cambios a nivel hormonal y afectando de manera diferenciada a chicos y chicas. Esos cambios hormonales darán lugar a cambios a nivel físico como el aumento de estatura y peso, cambios en las proporciones y forma corporales y la adquisición de la madurez sexual. Acompañando a estos cambios a nivel biológico aparecen cambios a nivel cognoscitivo, es decir, comienzan a pensar de manera diferente. Aunque este pensamiento sigue siendo inmaduro en ciertos aspectos, pasan del pensamiento concreto al abstracto y muchos son capaces de realizar juicios morales sofisticados, además de poder hacer planes más realistas para el futuro.

En cuanto al funcionamiento psicológico los cambios afectan principalmente a las dimensiones sexual, social y en la elaboración de la identidad. Entre los 10 y 14 años, lo que podemos llamar adolescencia temprana, la preocupación psicológica gira entorno a lo físico y emocional. Se produce una reestructuración de la imagen corporal, el ánimo es fluctuante y se hace necesaria el apoyo y comprensión por parte de los mayores. Las amistades se convierten en algo fundamental y los grupos tienden a conformarse entre personas del mismo sexo, siendo este hecho fundamental para el fortalecimiento de las identidades y roles, como requisito previo antes de entrar en las relaciones heterosexuales. La pérdida del cuerpo infantil conlleva reajustes importantes no solo a nivel individual sino a nivel familiar. Siendo relevante la lectura que los padres dan a estos cambios emergentes, suponiendo cambios en el modo de relación con los hij@s. Nos encontramos en el despertar de un nuevo individuo y por lo tanto en una nueva manera de relacionarnos.

Aproximadamente entre los 14 y 16 años, en lo que llamaremos adolescencia media, destacamos dos hechos centrales, la búsqueda de la afirmación personal y social. Esta construcción de la individuación por parte del hij@ supone un momento de gran inestabilidad para los padres. Supone un duelo por la pérdida del niñ@ para dar comienzo al nacer de un joven. También supone un ajuste de expectativas entre el adolescente que los padres fantasearon y la realidad, además de un cambio de rol de los padres ante esta nueva etapa. La familia deja de ser el lugar donde los adolescentes buscan sus identificaciones y ese espacio donde confirmar su autoestima. La sexualidad comienza a ser vivida fuera del hogar y los nuevos roles son adquiridos y puestos a prueba junto al grupo de iguales.

La fase final de este periodo da lugar a la búsqueda de la intimidad y la construcción del rol social. En esta última fase el adolescente irá poniendo a prueba un proyecto de vida, una nueva identidad… que darán lugar a la consolidación de la identidad y de los roles. Los adolescentes van atribuyendo lo que les ocurre no solo a situaciones externas, sino que pueden reconocer y expresar sus capacidades, dando lugar a comportamiento más sofisticados como la anticipación de resultados, manejo de consecuencias, negociación en la toma de decisiones y la puesta en práctica de la solución de problemas.

En conclusión, debemos ver la adolescencia como una oportunidad para el joven de construir su propia identidad más allá de la familia, haciendo un proceso de independencia de sus padres para acercarse a sus iguales. La familia pasa a un segundo plano en la escala de intereses del joven, pero al mismo tiempo necesita que su familia siga siendo una base segura en la que poder sustentarse para la exploración del mundo adulto y de las oportunidades que se abren en esta nueva etapa. Es decir, es una etapa de oportunidades para crecer y descubrir tanto para la familia como para el adolescente.

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