
En los últimos meses escuchamos que el COVID-19 tiene repercursiones neurológicas que, si bien afectan generalmente a personas que han estado en la UCI o con cuadros agudos severos, también se han descrito en casos incluso asintomáticos. Si bien son cuadros neurológicos que se presentan con poca frecuencia y de forma aislada, en anteriores epidemias víricas como fueron las del SARS-CoV y la del MERS-CoV, sí que se describieron, dado que parece que pueden penetrar dentro del Sistema Nervioso Central (SNC). en algunos casos, incluso, los síntomas neurológicos son los únicos que se evidencian a lo largo del padecimiento del cuadro, como sucede en este caso de 30 años de edad. En otros casos, síndrome e infecciones que se dan con menor frecuencia, parecen venir asociados con una mayor asiduidad con el padecimiento del virus SARS-CoV-2, como sucede con este caso y el Síndrome de Guillain-Barré. Algunos artículos ya refieren series específicas de casos en el que se dan ambas infecciones de manera concomitante, como se puede ver en este artículo. Sin embargo, no sólo sucede con el Síndrome de Guillain-Barré, ya que parece que las neuroinfecciones en general son más prevalentes desde que “convivimos” con el virus del COVID-19, como analiza este artículo.

Sea como fuere, poco sabemos en torno a cómo afecta cognitivamente este “nuevo” virus que tenemos entre nosotros. Está claro que el COVID-19 puede causar daño cerebral por infección directa (encefalitis), por derrames cerebrales y por falta de oxígeno, cosa que ya sucediera en las anteriores epidemias víricas. También está claro que cuando los pacientes experimentan una enfermedad grave que requiere una estancia en la UCI, es muy probable que se produzca daño cerebral de algún tipo e incluso sus efectos suelen ser obvios. Pero, ¿y si la enfermedad de COVID no es tan grave? ¿Todavía puede ocurrir daño cerebral?
Un grupo chino de médicos e investigadores examinó varios aspectos de la función cognitiva en 29 personas que se pensaba que se habían recuperado por completo de la infección por COVID. Encontraron un deterioro persistente en la atención sostenida : la capacidad de prestar atención a información importante durante el tiempo que sea relevante. ¿Por qué la atención sostenida se vería afectada de manera persistente en personas que se pensaba que se habían recuperado por completo de COVID? El grupo chino pensó que podría estar relacionado con procesos inflamatorios subyacentes. Pero es igualmente probable que los pacientes con COVID sufrieran accidentes cerebrovasculares silenciosos o falta de oxígeno que dañaran sus cerebros. Los accidentes cerebrovasculares debido a COVID son comunes, particularmente en los mayores de 70 años y sabemos que los ACV silenciosos ocurren con frecuencia y son un factor de riesgo tanto para los accidentes cerebrovasculares grandes como para la demencia . Los accidentes cerebrovasculares silenciosos generalmente afectan a la materia blanca del cerebro, el cableado entre las células cerebrales que permite que diferentes partes del cerebro se comuniquen entre sí. Este cableado es esencial para la atención y, cuando está dañado, la atención sostenida se ve afectada.

Hay una conclusión inevitable de estos estudios: la infección por COVID con frecuencia conduce a daño cerebral, particularmente en los mayores de 70 años. Si bien a veces el daño cerebral es obvio y conduce a un deterioro cognitivo importante, con mayor frecuencia el daño es leve, lo que genera dificultades para mantener la atención. .
Aunque muchas personas que se han recuperado de COVID pueden reanudar su vida diaria sin dificultad, incluso si tienen algún déficit de atención, hay personas que pueden experimentar dificultades ahora o más adelante. Un artículo publicado recientemente por un grupo de médicos alemanes y estadounidenses concluyó que la combinación de los efectos directos del virus, la inflamación sistémica, los accidentes cerebrovasculares y el daño a los órganos corporales (como los pulmones y el hígado) incluso podría hacer que los sobrevivientes de COVID tengan un alto riesgo de contraer la enfermedad de Alzheimer en el futuro. Las personas cuyas profesiones involucran un esfuerzo cognitivo importante, pueden necesitar ser evaluados cuidadosamente con pruebas neuropsicológicas, incluyendo medidas de atención sostenida, para asegurar que su cognición no se ha visto comprometida.

En conclusión, si notas síntomas cognitivos y crees que has podido padecer el COVID-19, ponte en manos de tu médico de cabecera de cara a que pueda descartar que se puede deber a un evento neurológico. Descartado esto, pide una evaluación neuropsicológica con el fin de analizar si se han dado cambios en tu cognición y, de ser así, llevar a cabo un plan de intervención neuropsicológica que te permita recuperar, en la medida de lo posible, la funcionalidad perdida en tu día a día.