El “mágico” neurodesarrollo

Este fenómeno llamado neurodesarrollo (otros lo llaman desarrollo psicomotor), constituye uno de los más desconocidos fenómenos neurobiológicos de nuestros tiempos, si bien sabemos mucho más de lo que alcanzaríamos siquiera a entender hace 20-25 años. Esta eclosión de conocimiento en este área se ha dado gracias a la irrupción de nuevas técnicas para la observación del “interior” neurológico de los seres humanos, pero sobre todo, por el refinamiento de las mismas y la mejora en la resolución que nos ofrecen. Dicho de otra forma, hoy en día tenemos técnicas que no sólo nos permiten ver más, sino mejor “el interior” de lo que sucede en nuestros cerebros; también cuando éste se está desarrollando, en los primeros años de vida (e incluso en el mismo proceso desarrollo uterino). Sin embargo, aún queda mucho por desentrañar y conocer, en especial cuando de un neurodesarrollo atípico se trata, o incluso de cómo y por qué se generan los diferentes trastornos del neurodesarrollo (TN), que no resultan tan visibles ni constatables ni siquiera en las nuevas pruebas de neuroimagen. Esto ha supuesto una excusa para decir que algunos de los TN son inventados y que verdaderamente existen, nada más lejos de realidad: no sólo existen, sino son tan complejos y heterogéneos que medirlos, sea con la técnica que sea o de la forma que sea, resulta una tarea complicada. Más aún sacar de esos patrones de funcionamiento cerebral una posible regla que reúna y describa el funcionamiento de los cerebros de los que padecen un TN. Teniendo en cuenta que cada uno de nuestros cerebros (típicos o no) ya resultan altamente complejos y...
La (mal llamada) era del TDAH

La (mal llamada) era del TDAH

Resulta curioso, y hasta incomprensible, cómo los profesionales de la salud (también los de la de la salud mental, por supuesto) nos vemos arrastrados por “modas”, “tendencias” y “presiones sociales”. Vivimos en una era donde rechazamos “etiquetar” a una persona (máxime si es niño) con el fin de no generarle un daño social irreparable, sin entender que los diagnósticos no fueron creados para la gente de a pie, sino para facilitar la comunicación entre profesionales. De igual manera, muchos términos psicológicos (“idiota”, “imbécil”, “retraso mental”, y quién si sabe si el siguiente será “hiperactivo”) han sido denostados, arrancando de cuajo y desposeyendo de una parte de cuerpo teórico a la ciencia de la salud mental. Pero mientras en algunos casos esa influencia social es para quitar y limitar la actividad científica, en otros casos se abunda en ella y se intenta (o se cree, al menos) de beneficiar en cierta manera estableciendo un término para algo que no lo es. Así ocurre, por ejemplo, con el TDAH, que se usa para etiquetar demasiado ligeramente a cualquier persona que se mueve, que se muestra inquieto o que no pone la atención donde desearíamos que la pusiera (sin muchas veces analizar funcionalmente si él mismo desea ponerla en ese objetivo). Así, podríamos hacer una larga lista de conductas (sanas y patológicas) potencialmente confundibles con una conducta típica de una persona con TDAH, aunque eso podría llevar no un libro, sino una enciclopedia completa. Ahora bien, si destripamos qué supone un diagnóstico de TDAH y, someramente, cómo se lleva a cabo hoy en día, veremos que es relativamente fácil establecer esa etiqueta...

El camaleónico TDAH

Hace un par de semanas daba una charla ante 300 profesionales de la Sanidad pública, la mayoría psiquiatras, dentro de las jornadas que anualmente celebra la Sociedad Española de Patología Dual en Bilbao (y ya van diez). Al terminar, uno de los psiquiatras presentes, Rodrigo Oraá (Coordinador del área de Adicciones de la Red de Salud Mental de Bizkaia) me hacía una interesante pregunta, muy presente en nuestras consultas y evaluaciones/diagnósticos: Si muchas patologías y eventos/condiciones pueden generar sintomatología TDAH (algunos incluso normales, como el no dormir, una gran ansiedad, etc.), ¿cómo hacemos el diagnóstico de TDAH, máxime, cuando hay necesidad (social, estamental, escolar, etc.) de diagnosticarlo…? ¿Cómo o para qué no caer en el diagnóstico “fácil” del TDAH? Y es que, efectivamente, la sintomatología TDAH son camaleónicos y están en muchos momentos de nuestras vidas. Otra cosa es que esos síntomas generen un cuadro de TDAH; otra cosa es que la etiología sea originalmente un trastorno neurobiológico. Discernir esto es lo que hace sumamente importante una buena destreza clínica en la evaluación y, en ello, es de suma relevancia la cognición (y por extensión, la neuropsicología). Veamos, brevemente, algunos casos (con nombres ficticios, por supuesto): Lucía sufrió abusos sexuales de su padre desde que tenía 4 meses de vida hasta la adolescencia, cuando fue detenido y encarcelado. Hoy en día es una chica adolescente que rara vez se puede concentrar en algo más que en aquello que llame poderosamente su atención, con excesivas dificultades para desplegar su capacidad intelectual y, por ello, un rendimiento escolar bajo. Si tenemos en cuenta que la mayoría de su vida ha discurrido...